Carta abierta a mi vecina.
Esta noche, la noche de Reyes he oído como tu marido te maltrataba y, de momento, no he podido ayudarte.
He oído como llorabas, he sentido tu miedo, tu angustia y, de momento, no he podido ayudarte. He escuchado como él te ha ordenado que repitieras varias veces: “la culpa es mía”. Ha continuado acusándote del comportamiento de tu familia. “Tu hermano y tu cuñada me tratan mal por tu culpa”, “¿no te das cuenta que te manipulan?”, “tu hermano hace de ti lo quiere, te pide algo y, tu vas corriendo a dárselo”, “no te impones, no le mandas a la mierda”, “no tienes carácter”, “deberías cerrarlos la puerta y no dejarles entrar”
Cuando has terminado de aceptar que la culpa es tuya, él ha continuado aleccionándote: “no sabes hacer nada”, “no haces bien las cosas, ni en casa, ni en el trabajo”, “hasta yo, te tengo que enseñar a hacerlo”, “no sabes lo que haces”, “no tienes ni idea”, “te pagan más de lo que rindes, a saber si te has follado al jefe”, “no sabes conducir”
Ya habías aceptado que la culpa era tuya, que no sabías hacer nada, ahora, ¿quién te va a querer? A ti no te puede querer nadie, porque eres mala, “te portas mal conmigo, mira que disgusto me estás dando esta noche”, “no tienes sentimientos”, “he tenido que ir a casa de tu hermano, hacerme esto a mi”, “no te mereces que ni te hable”
“Eres culpable, inútil, puta, mala, no sé porque estoy contigo. Menos mal que me tienes a mi.” Él te rescata de la mierda en la que vives porque te quiere, te quiere a pesar de que tienes la culpa de todo lo que no le gusta de su vida, te quiere aunque no haces nada bien, aunque te acuestas con el jefe por dinero, aunque te dejas manipular por tu hermano y no apartas de tu vida a la familia. Él, te quiere. Probablemente te hará un buen regalo de Reyes.
Nuestra comunidad tiene 180 vecinos, llevas viviendo 4 años encima de mi piso y, te he visto 4 veces, una por año. Nunca hablaste. ¿Cómo haces para no cruzarte con nadie?. Se que eres tú porque en una ocasión sacabas el coche del garaje y, haciendo cálculos, tu vivienda tiene asignado ese hueco, se que es tu coche porque te recriminó las abolladuras. Siempre que bajo al garaje, miro tu hueco, tu coche. Se que sales pronto a trabajar porque oigo el sonido de tus tacones, él se va después. Sois jóvenes y no tenéis hijos. Llegas a casa sólo un poco antes que él. Algún día, sin que lo supieras, te he esperado, quiero hablar contigo.
Quiero decirte tantas cosas pero ¿cómo?. No quiero que pienses que estoy invadiendo tu intimidad. Quiero decirte que estoy aquí. Eres una mujer, una persona, como tal te mereces apoyo, respeto y cariño. Me ofrezco a darte lo que tengo. Pide ayuda.
No sé cómo ayudar a quien no quiere ser ayudado.
C.M.A.
Esta carta ha sido enviada al correo de AMIS. Gracias por vuestra colaboración.